Te confieso
Señor
que he cometido
el horroroso pecado
de sentir que me falta
felicidad por vivir.
Qué no sé Señor, donde quedaron
olvidadas las risas
que invadieron mi niñez.
Que nunca encontré,
aunque las he buscado
las horas maravillosas
de inconsciente adolescencia.
Que perdí, Señor, por el camino,
la alegría,
y tuve tantos años
en pocos,
como la historia misma.
Que siento dentro de mi
el anhelo de desandar caminos que recorrí,
y transitar otros nuevos
que algún día evité.
Que tengo miedo Señor
de perder lo que me diste,
pero temo también no haber visto
todo lo que me mostraste.
Que me faltan puertas por abrir
porque no me animé a cruzar límites marcados,
que no sé si debí o no arriesgarme,
que no sé quién los marcó.
Porque estoy incompleta Señor,
me falta algo…
estoy cometiendo el terrible pecado
de no ser completamente feliz…
En las catacumbas del pensamiento
Hace 9 horas
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